viernes, 11 de octubre de 2019

La leyenda del Ukuku

En el pueblo Inca de Ollantaytambo, a orillas del río Vilcanota, vivía un apuesto y gallardo joven llamado Rumy, el cual estaba sumamente enamorado de la hermosa princesa Chasca, que era hija del soberano Inca. Como Rumy era muy pobre, se tenía que ver en secreto con la princesa Chasca, porque el Inca quería casar a su hija con un hombre muy rico y poderoso llamado Layka, que además era brujo. Todas las mañanas Rumy se encontraba con Chasca y jugaban alegremente en el río, nadando y haciendo piruetas. De esta manera ellos eran muy felices.


El viejo Layka era muy astuto y malvado, y trataba de engañar al Inca haciéndose el bueno, para así poder casarse con la bella princesa Chasca. De es esta manera, para lograr su objetivo, le llevaba muchos regalos al Inca. Le ofrecía vasijas llenas de oro, joyas y ropas lujosas tejidas en oro y plata. Para ganarse su favor, también solía obsequiarle regalos a la Colla, esposa del Inca y madre de Chasca. Layka no hacía todo esto por bondad, sino por interés, para llegar a ser algún día un príncipe inca.

Como Layka tenía poderes de visión, una mañana consultando con su esfera mágica de cuarzo, vio que la princesa Chasca se encontraba todos los días con Rumy en el fondo del río, por eso nadie se daba cuenta de su relación, porque se veían en secreto. Layka primero pensó en denunciar a Rumy para que fuera castigado por el Inca. Pero como era astuto, malvado y envidioso, se puso a idear un malévolo plan para vengarse. También temía que el Inca, siendo tan benévolo, pudiera perdonar a Rumy y permitir su casamiento con la princesa Chasca.


El brujo Layka comenzó a trazas planes para poder separar a la princesa Chasca de su amado Rumy, pero esto no era nada fácil porque los jóvenes estaban muy enamorados, y era casi imposible apartar al uno del otro. Entonces, APRA cumplir con su objetivo, consultó con otros brujos malvados, pero a nadie se le ocurría nada que pudiera separar a los jóvenes. De pronto, a Layka se le vino la perversa idea de convertir a Rumy en oso, y de esta manera separarlos para siempre. Así que le lanzó un potente conjuro, y a la mañana siguiente Rumy se despertó convertido en oso.

Rumy, ahora con la apariencia de un oso por el conjuro del malvado brujo Layka, sin entender lo que sucedía, se fue como todas las mañanas a encontrarse con su amada Chasca al río Vilcanota. Cuando la vio se llenó de alegría. Pero ella, al ver un oso, se asustó muchísimo y empezó a correr. Rumy gritó: “Chasca, no tengas miedo, soy yo, Rumy…, alguien me convirtió en oso”. Entonces Chasca se volvió y vio la vincha que ella le había regalado a Rumy en la cabeza del oso. También reconoció la voz de Rumy y se tranquilizó.

Al reconocerse, Rumy y Chasca se abrazaron con mucho amor y alegría por su reencuentro y dedicaron un buen tiempo a conversar acerca de lo que tenían que hacer para escapar del brujo Layka y de sus conjuros maléficos. Finalmente decidieron que debían apartarse de la gente a un lugar lejano donde nadie pudiera encontrarlos. Así escogieron ir a vivir a las cercanías de la gran montaña llamada Apu Verónica, cuyas cumbres permanecen siempre nevadas.

Como fruto del inmenso amor que se tenían, Rumy y Chasca tuvieron un hijito al que llamaron Ukuku. Este era un niño que tenía apariencia de oso y de humano. Siempre estaba alegre y era juguetón. Tenía muchos amigos entre los animales y hacía travesuras jugando con el zorro, el cuy, el puma, el cóndor y el venado, que celebraban con alegría sus bromas. Todos lo querían muchísimo porque era bondadoso y ayudaba a sus padres y amigos cuando lo necesitaban.

Un día, cuando Ukuku paseaba tranquilamente, de repente vio a lo lejos a un grupo de guerreros, encabezados por el brujo Layka, que venía a vengarse de sus padres. Entonces Ukuku les avisó para que escapasen y no fueran atrapados por el brujo. Chasca y Rumy, convertido en oso, comenzaron a correr hacia las altas montañas nevadas que conocían muy bien, porque llevaban viviendo allí varios años y conocían todos los lugares donde podían esconderse para no ser atrapados.

Sin embargo, los guerreros de Layka eran muy veloces y estaban acostumbrados a perseguir fugitivos siguiendo sus huellas. Además Laika había prometido dar mucho oro y plata, armas y ropas finas a los guerreros que capturaran a Rumy y a la princesa, y estaban a punto de capturarlos para entregarlos a Layka. Entonces, Ukuku, desesperado por querer salvar a sus padres, habló con sus amigos, los espíritus de las montañas, y les pidió que mandaran una avalancha de piedras que finalmente sepultó al malvado Layka y a sus guerreros.

Luego Ukuku solicitó a los buenos Apus, espíritus de las montañas, para que protegieran en todo tiempo a sus padres, Rumy y Chasca. Entonces los Apus convirtieron a sus padres en dos hermosas montañas nevadas y fueron inmortales y felices para siempre. De esta manera, Ukuku salvó a sus padres, y él se quedó viviendo con sus amigos los animales; y sus papás Rumy y Chasca, transformados en hermosos nevados, permanecen juntos siempre. Así en el Perú, donde hay una montaña nevada existe un oso Ukuku, que es el defensor y custodio de los nevados, que recuerdan a la gente el profundo amor de Rumy y la princesa Chasca.

jueves, 10 de octubre de 2019

La Chica De La Curva



Pasaban quince minutos de las nueve de la noche cuando Cobos decidió irse. Llevaba varias horas delante de la pantalla del ordenador, sin apenas pestañear y pensó que ya era hora de marchar a casa.
Fuera, en la calle, ya había anochecido hacía un buen rato. El viento soplaba con una fuerza inusitada, como antesala de una tormenta que estaba a punto de llegar.
Antes de cerrar la oficina con su llave, tecleó en la pequeña consola la clave para activar la alarma electrónica. Esperó unos segundos tras cerrar la puerta hasta que escuchó un pitido agudo que indicaba que la alarma quedaba en servicio, y con un gesto instintivo se echó la gabardina por encima de los hombros. El frío arreciaba y empezaba a lloviznar.
Con paso rápido alcanzó su vehículo, un viejo Renault verde oscuro que pese a los años, se encontraba en bastante buen estado. Abríó la puerta y con rapidez se introdujo en su interior.
Introdujo la llave en el contacto y en breves segundos una tenue luz dió vida al cuadro de mandos. Giró la rueda de la calefacción al tope, y se dispuso a iniciar la marcha hacia su hogar.
La tormenta se fue volviendo cada vez más virulenta a medida que se alejaba de la oficina. Aún le quedaban unos 50 kilómetros hasta llegar a su casa, situada en las afueras de una pequeña ciudad dormitorio. Decidió encender la radio para hacer el trayecto más apacible; sin embargo la grave voz del locutor de ese programa de misterio que tanto le perturbaba, inundó el oscuro interior del vehículo.


Giró a la derecha para incorporarse a la carretera comarcal por la que tendría que transitar varios kilómetros. No le gustaba nada regresar a casa por este camino, máxime cuando hacía una noche tan desapacible como esta, ya que el firme no se encontraba en buen estado y apenas había iluminación. De hecho se había producido en ella varios accidentes en los últimos años, alguno de ellos mortal. Esto también había dado lugar a habladurías de la gente, que afirmaba que en una curva se aparecía una mujer joven vestida de blanco y con aspecto desaliñado.
Cobos no era una persona que diera mucho crédito a este tipo de historias. Sin embargo tenía que reconocer que había algo en esa carretera que le provocaba una sensación extraña, de intranquilidad.
Ya había dejado atrás las luces de la pequeña ciudad, y la oscuridad lo inundaba todo. Sólo el resplandor de los faros delanteros era capaz de romper con la negrura de esa noche sin luna. De pronto, una sensación muy extraña se apoderó de él. Se dió cuenta que no se escuchaba ningún ruido, salvando la radio y el sonido del motor y los neumáticos sobre la gravilla.Decidió parar en el arcén sin saber bien para qué, ni que se encontraría. Abrió la puerta del coche y salió. Fuera llovía copiosamente, pero apenas se escuchaba algo más que el ruido del motor y el golpeteo de las gotas de lluvia en el techo del coche. Se introdujo de nuevo en el vehículo, e inició la marcha, sin haber despejado del todo ese hormigueo que tenía en el estómago.
Su incertidumbre duró poco tiempo. Al mirar por el retrovisor interior del coche se dió cuenta de que no iba solo. Una mujer totalmente empapada, con un vestido blanco, y la mirada ausente se encontraba en el asiento trasero.
Era imposible que se encontrara allí: el vehículo sólo tenía dos puertas y de ninguna forma se podía acceder a la parte trasera, salvo por la puerta del lado del conductor, ya que la otra se encontraba averiada desde hacía varios días y no se podía abrir.


Su corazón empezó a latir aceleradamente. Frenó en seco y con sus manos se tapó el rostro, con la esperanza de que todo fuera fruto de su imaginación. Sin embargo al volver a mirar por el retrovisor, la figura seguía sentada en el mismo lugar.
Cobos se giró y balbuceando preguntó a la mujer quién era, y que hacía allí. Sin embargo esta no articuló palabra. Su mirada seguía perdida Dios sabe donde…
No podía ser. No podía estar nadie allí. No podía ocurrir que esa vieja historia de la mujer de la curva le estuviera ocurriendo a él. No creía en ese tipo de tonterías. Decidió salir del coche y echar un vistazo desde fuera. Tenía que ser fruto de su imaginación.
Asió la palanca de la puerta con la mano dispuesto a abandonar el coche, y de repente sintió una fuerte presión en el cuello. Notó como dos manos frías como el acero le presionaban impidiendo el paso de aire a los pulmones. Miró sorprendido por el retrovisor y la imagen que vió le provocó pánico. La mujer ya no tenía esa mirada fria y distante sino todo lo contrario: los ojos parecían que se iban a salir de las órbitas y reflejaban un odio que nunca había visto en ningunta otra mirada.
Intentó zafarse de las manos de la mujer pero le resultó imposible. Poco a poco, a medida que el oxigeno apenas llegaba a sus pulmones, fue perdiendo la consciencia, seguro de que iba a morir, pero sin entender aún porqué. Hasta que la mujer aproximó sus labios y dijo con una voz carente de expresión: nos veremos en el infierno, donde estoy desde aquella noche que me atropellaste en la curva que acabamos de pasar. ¿Recuerdas?
Fueron las últimas palabras que escuchó. Después reinó la oscuridad más absoluta.


miércoles, 9 de octubre de 2019

El fantasma detrás del Espejo

Había salido a comprar todo lo que necesitaba para la semana. Por la tarde salí a caminar por el parque, y vi una casa en donde vendían antigüedades, así que entré para ver que había de bueno.
En el lugar ofrecían muchos candelabros, algunos cuadros, unos cuantos espejos y cojines llenos de polvo. Entre todas las cosas que pude observar había un cuadro bello, de una anciana tocando el cielo con una túnica blanca.
Al agarrarlo, me di cuenta que frente a ella había un espejo. Este espejo era gigante y al parecer pesaba mucho, pues tenía un estilo antiguo y todo de fierro. Le pregunté al anciano barbón cuánto costaba el cuadro. El precio me pareció cómodo, así que decidí llevarlo. Llamé un taxi para que me ayude a llevarlo hasta mi casa y que me ayude a subirlo a mi dormitorio.
Una vez dentro de mi habitación, lo acomodé de tal manera que sea directamente lo primero que veía al salir del baño, así podría arreglarme y peinarme a penas salga de la ducha. En ese momento entré al tocador a lavarme las manos, y al cerrar la puerta, escuché que la golpearon 2 veces. En ese momento mi cara cambió a desentendida... me sentí un poco desencajada; abrí la puerta muy suavemente, y al asomarme no vi a nadie.
Me dije a mi misma que de repente fue producto de mi imaginación.


Al terminar de lavarme las manos, bajé a servirme algo de fruta. Corte la piña, papaya, naranja, entre otras, cuando de repente una luz blanca pasó por la puerta de la cocina y fue hasta la sala. Me pareció muy raro, pues yo vivía sola... al menos eso es lo que creía. Al terminar de cortar la fruta, fui a mi dormitorio para ver televisión mientras terminaba mi ensalada. Al cabo de unas horas me quedé completamente dormida.
Horas después, me despertó mi celular, el cual se había quedado sin batería a las 3:00 am en punto. Le puse el cargador y aproveché para bajar mi plato sucio y dejarlo en el lavadero. Para mi mala suerte, cuando estaba caminando por la cocina, pise un tornillo que se quedó incrustado en medio de mi pie. Adolorida, subí rápidamente a mi dormitorio para buscar el botiquín, pero en medio de la escalera una mujer arrugada y de cabello blanco desordenado apareció en frente de mi. Lo único que pude hacer fue gritar e ir cojeando a mi dormitorio, pero cuando llegué la anciana me esperaba dentro.
Vi una sonrisa malévola dibujada en el rostro de la anciana mientras se metía dentro del espejo. Sin saber qué hacer, caminé con mucho dolor hacia ella, para comprobar con estupor que la mujer había desaparecido. Sin embargo, cuando me di la vuelta, choqué contra una pared de vidrio y unos muros gigantescos a mis costados. EDe puro susto el dolor desapareció.


Nerviosa, intenté tapar mi rostro con mis manos y ahí fue cuando noté que mi piel estaba totalmente arrugada. Mi cabello también estaba completamente sucio, blanco y desordenado.
Al divisar por la ventana, pude ver a una mujer idéntica a mí la cual se sacaba el tornillo incrustado del pie. La herida era bastante profunda. En ese momento entendí que yo me había vuelto anciana y aquella horrible mujer había entrado en mi cuerpo. Vi como la mujer que estaba con mi cuerpo sobre mi cama se recostaba para atrás dejando que mi pie se desangre. Unos minutos después, mi cuerpo dejó de expulsar sangre y mi cuerpo dejó de funcionar.
Han pasado muchos años desde aquel día, día en el que pude ver mi muerte desde otro cuerpo. Muchas personas vienen a ver mi hogar, tratan de comprarlo, pero escucho voces que dicen que se sienten observadas cuando entran a mi dormitorio.




Te preguntó a ti... ¿te sientes observado(a) durante las noches? No estés muy tranquilo(a) dentro de los espejos hay otro mundo... otra vida.
Buenas noches.

martes, 8 de octubre de 2019

La misa del otro Mundo

Una leyenda cuenta la penosa historia de un joven que, habiendo quedado dormido sobre una banca dentro de la fría iglesia de Santo Domingo, de pronto al despertar se vio prisionero de la oscuridad del lugar, siendo testigo, sin quererlo, de la fantasmagórica aparición del famoso fraile sin cabeza, quien después de encender unas velas, le pidió al muchacho que se acercara hacia el altar; que su única intención era la de celebrar una misa y que para esto requería de alguien que fuera su oyente.


Aún con todo el espanto que sentía el muchacho, no le quedó sino presenciar tan insólita ceremonia y atenerse a las circunstancias. Por fin, una vez celebrada la misa, se apagaron inesperadamente las velas y el joven en su desesperación trató de huir cual entidad etérea se tratase, consiguiendo por su imprudencia romperse la cabeza contra una dura puerta, para caer finalmente sin sentido en las frías lozas del templo.

lunes, 7 de octubre de 2019

El Tuturutu de Arequipa


Cuenta la leyenda incaica, que Mayta Capac, 
con el fin de reconocer sus dominios del Antisuyo, armó una expedición compuesta por ayllus y soldados. Un día de lluvia, saliendo de la capital del Imperio y una noche de nieve llegaron al Lago Sagrado de Manco Capac.
Al amanecer, Mayta Capac decidió seguir las cordilleras del poniente por donde se ocultaba el dios Inti (Dios Sol).
Cortando cerros y paramos, pasaron por Lagunillas y ascendieron un poco hasta Imata (alta y pequeña laguna).

Siguieron las huellas del Inti al ocultarse y pernoctaron en Sumbay (quebrada de agua, cristalina). Pasaron una noche de poco frío y emprendieron nueva caminata; vencieron una corta lomada y de repente un espectáculo de oro maravilló a las huestes de Mayta Capac.

El sol iluminaba, la cabeza de un inmenso volcán y el Inca, lleno de asombro exclamó: ¿Un misti... que habrá tras ese misti? Y averiguaron (Misti, en quechua significa: Señor, dueño inamovible de la tierra).
El Inca y su ejército, colmados de ansiedad por ver que había tras aquella montaña, perdieron el cansancio. Cerca de las faldas del misti, divisaron a la izquierda una sucesión de pequeños volcanes, empinados y blancos y volvió a exclamar: Pichupichu... acompaña a Misti. ("Pichupichu", significa entonces "Sucesión de volcanes"). Y, mirando a la derecha, otra imponente montaña, toda cubierta de nieve, al unísono exclamaron: ¿Chachani, Cachani, resguarda a Misti? ("Chachani" , quiere decir montaña de nieve"). Cruzaron el abra entre lo que ellos llamaron: Misti y Chachani y volvieron a maravillarse.
Al fondo un inmenso valle cortado por una cinta de agua cristalina, el Inca señalando aquel río dijo a su gente: ¡Chili… mayo… "Chili" significa gruta de agua y "mayo", rió). - ¡Arequepay! ( Aquí quedaos). Y de aquí el nombre de Arequipa.

Bajaron hasta el centro del valle. En la orilla, inclinada y verde, se instalaron Mayta Capac ordena que cada ayllu, buscase los terrenos mas propicios para el cultivo de la papa y el maíz.
En el terreno más extenso armaron un tambo y empezó a repartir lo que había traído.
Cada vez que el Inca salía, en busca de otros lugares para entregar tierras a sus ayllus y soldados, dejaba un vigía a cargo del tambo. El vigía, era un indio que con su cuerno sonoro, llamaba al Inca para avisarle que había llegado un chasqui y encomienda de la sierra. Y como aquel cuerno sonaba. ¡¡ Tuturutúúú!. Tuturutu, llamaron al indio vigía que con el tiempo se encargo de cuidad el tambo y avisas al Inca del cualquier novedad.

Cuando ya los pobladores instalados en cada andenería de cultivo; después de cada luna, volvían al tambo para recibir semillas, encomiendas y víveres, el Inca ordenaba amablemente: ¡Tuturutu trae!, ¡Tuturutu tiene!. ¡Tuturutu reparte!.

Y Tuturutu de tanto repartir día y noche, una mañana amaneció muerto y petrificado por una ola de frió.
Allí quedó el Tuturutu, en el centro del tambo, con su trompeta sonora, dirigida hacia el Sol, derramando chorros de agua cristalina, en señal de riego y alegría para aquella población inca que tuvo la suerte de llegar a las faldas del Misti y al valle de "Arequepay".
Y desde entonces se habló de aquel Tuturutu que tenemos en el centro de la Plaza de Armas de Arequipa.

viernes, 4 de octubre de 2019

La Mano Negra que Asustó a Arequipa


 “La he visto, detrás de la puerta del baño, una mano negra y fea como una enorme araña…” confesó la niña con voz grave y la carita tan pálida como las hojas del cuaderno que dejó abierto sobre la mesa. El profesor revisó de reojo el cajón de su escritorio, los niños se miraron asustados y la pequeña sin más que decir comenzó a llorar…

El tiempo ha borrado la fantástica y tétrica historia de la cadavérica mano que deambulaba por los baños de los colegios para asirse con fuerza sobrenatural a la frágil garganta de niños y adolescentes. Sin registros, aparentemente, en los diarios locales sobre aquellos acontecimientos que alarmaron a los arequipeños solo subsiste en la memoria de los locutores radiales los inquietos comentarios que sonaron en las emisoras aquel año de 1993.

Entonces yo no superaba el metro y medio de estatura y oía asombrado a mis racionales padres conversar con mis tíos sobre las distintas, aterradoras pero nunca confirmadas apariciones de la maligna diestra. La leyenda se esparció entre la población en forma de inofensivo rumor para asumir posteriormente la simetría del pánico.

La temible “cosa”, fantaseaban los mistianos, paseaba por entre las tumbas de la principal necrópolis de la ciudad, una sombra fugaz sobre el mármol y la hierba del cementerio de La Apacheta o se escabullía entre la basura de las torrenteras. Las leyendas sobre manos criminales amparadas por el misticismo que siempre adora la gente de nuestra región hicieron frente a la hipótesis de que eso era una niebla propiciada por el gobierno después del polémico autogolpe de estado (1992) para desviar la atención de la opinión pública.

¿A quién le pertenecía la maldita mano? Cundió la inquietud y el imaginario popular respondió: Un grupo de desalmados ladrones vieron con codicia el brillante del anillo que ostentaba una linda jovencita. Ella se resistió con uñas y gritos al asalto y los maleantes con cuchillos, enfurecidos, le cortaron la mano. De la mujer mutilada no se supo más pero la parte amputada habría cobrado vida para recuperar su sortija de compromiso.
Los profesores consentían que las alumnas fueran en parejas al baño porque no se atrevían a ir solas. En los conclaves de estudiantes se generaban más miedos: En la noche se ven cuatro brillos que son las gemas de los cuatro anillos de un brujo que murió en un accidente automovilístico donde un acero le rebano el brazo y la fuerza del golpe desprendió la joya de su quinto anillo, la que ahora busca sin importarle matar para conseguirlo.




Pero la sanguinaria mano al igual que la leyenda de la fantasmal Mónica, nació en España como parte del folclore ibérico y superó el océano atlántico para llegar a nuestro continente y en su itinerario de terror, visitar la Ciudad Blanca. En Segovia, consideraban a la mano una entidad diabólica que jugaba con sus victimas: tocaba sorpresivamente el hombro del distraído para cuando se girara arrancarle los ojos con sus largos dedos oscuros.

En 1884 apareció el cuento popular de “La Mano Negra” cuya publicación consagró la leyenda andaluza sobre un anciano pobre, sus tres desgraciadas hijas y un terrible Ogro. El colosal habitante del bosque pide como esposa a la hija mayor y a cambio promete entregarle dinero al viejo, éste acepta el deshonroso trueque. La desposada, aterrada, se va a vivir con el monstruo, quien le entrega una mano negra y le ordena comerla. En ausencia del coloso la joven arroja la horrible extremidad a un pozo y al retornar el marido le miente diciéndole haber cumplido la orden. ¿Dónde estas mano negra? Pregunta el desconfiado y las siniestras falanges trepan las paredes del pozo hasta llegar a la mesa. En castigo, por la desobediencia, el Ogro asesina a la mujer.

El mismo destino alcanzará a la segunda hija mientras la más pequeña, convertida en núbil consorte, es obligada a realizar la prueba. La muchacha ingeniosamente guarda la mano en un pañuelo y lo ata a su cintura, cubriéndolo con su ropa. ¿Dónde estas mano negra? Interroga el astuto Ogro y del interior de la niña viene una voz que responde: En la barriga.

En algunas localidades de Sudamérica y España se podía convocar a la asesina pronunciando tres veces sus nombres dentro del habitáculo de los servicios higiénicos y el remate del conjuro era jalar la cadena del baño. En medio del estrépito y la turbulencia del agua del inodoro surgía presta la intrusa con el único propósito de estrangular al imprudente.

Tres diferentes palmas con sus arácnidos dedos, así la imaginaban en otros puntos de la península a finales de los 70: una mano de muerto completamente negra, otra bañada en sangre y una mano blanca. Únicamente la última era benevolente mientras las otras compartían la urgencia de cerrar sus prolongaciones en el cuello de la infortunada persona que la llamara o tropezara con ella.

Su pariente azteca es “La Mano Peluda” que se esconde en los agujeros de los muros y rincones de las casas de México asimismo de Colombia. Una diestra cubierta de vellos de largas y filosas uñas que se asoman por las ventanas para rasguñar el vidrio y atemorizar a los infantes.

En Castilla, España, todavía persiste la costumbre de vadear con una distancia más que prudente los charcos porque creen que en las aguas enfangadas se oculta una enorme zarpa de uñas negras. El habitante de la humedad es una entidad femenina y vengativa que se ocupa de los niños curiosos para arrastrarlos hasta su morada. Si revisamos cada circunstancia, la protagonista de nuestros espantos utiliza el agua como vehículo para trasladarse, siendo a la vez su hábitat sobrenatural. Para matizarla de credibilidad y darle vigencia a la leyenda fue necesaria su adecuación, así el pozo del siglo XIX fue reemplazado por el asiento de porcelana del baño y las tres manos de diferentes colores son la alegoría de las tres hermanas del folclore andaluz.

Han pasado más de quince años y aquella grotesca pesadilla, visión o realidad que asustó a Arequipa espera latente como toda leyenda y llegará el momento de su reaparición. Alguien apuntará hacia un montículo de basura o a las piedras que sostienen una cruz de palos y gritará: La mano negra.



jueves, 3 de octubre de 2019

Los Duendes de Arequipa


"Son los duendes, según afirman nuestras leyendas arequipeñas, pequeños muchachitos resplandecientes o simples niños de menudas proporciones que son invisibles para el adulto impuro; pero visibles para los niños puros o para los animales, que son ingenuos" Otras veces son: viejos, barbados y pequeños que se pasan todas las horas de las que disponen -que son las más-, divirtiéndose con los humanos, a quienes les hacen toda clase de bromas, de las buenas y de las otras. En el primer caso se les ve haciendo piruetas y molinetes circenses, saltos mortales en el aire, delicias de atrapabolas y riéndose a grandes carcajadas. Se esconden bajo las camas, entre las alacenas, tras los muebles más pesados, en las junturas de las puertas, en los callejones oscuros; sustraen las llaves de los candados y los arrojan entre la hierba, anudan las piernas de los pantalones y en algunas oportunidades tocan una flauta o un tamborcillo que, como en el caso de las sirenas, atrapan la voluntad de la gente, dejándose llevar con su magia hasta sus dominios. Cuidan tesoros ocultos por siglos y saben bien dónde encontrar oro. En el segundo caso, son entidades malignas y peligrosas que causan terror a quienes los ven, y a veces hasta la muerte; esto sucede cuando de forma invisible se pegan a nuestras espaldas y no hay luego como desprenderse de ellos, lo que conlleva inevitablemente al fatal desenlace.

Se dice del origen de los duendes que son el de aquellos niños que murieron sin ser bautizados o que son fruto del pecado de sus padres que arrojaron sus fetos a los ríos; los de esta clase son los que moran bajo los manantiales o detrás de las cascadas. Asimismo, se afirma que las mujeres que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio y que no dan a luz, orinan duendes. Se dice también que vinieron escondidos dentro de las alforjas de los conquistadores españoles. Adormecen a los hombres soplándoles en el rostro o, al contrario, los reaniman con el mismo acto. Se afirma que sus excrementos son de color amarillo y que cuando caen los primeros rayos del sol se volatilizan. A veces imitan el llanto de los bebés y se les confunde con ellos.

Existen algunas formas de deshacernos de estas maléficas presencias: una es pellizcando la oreja de un niño; esto hace el efecto de que cuando el duende oye el llanto de la criatura, huye o desaparece instantáneamente. Otra forma de prevenir que los niños fallecidos sin el sacramento del bautizo se conviertan en duendes, es la de hacer una señal de la cruz con agua bendita y luego enterrar junto al pequeño, una cruz también bendecida.

La leyenda del Ukuku

En el pueblo Inca de Ollantaytambo, a orillas del río Vilcanota, vivía un apuesto y gallardo joven llamado Rumy, el cual estaba sumamente e...